La presión sanguínea, que la enfermera u otro profesional del cuidado de la salud mide con un manguito para el registro de la presión sanguínea y un estetoscopio, es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias.
Al medir la presión sanguínea se registran dos cifras.
Cada vez que el corazón late, bombea sangre hacia las arterias, produciendo la presión sanguínea más alta cuando el corazón se contrae.
Tanto la presión sistólica como la diastólica se miden en "mm Hg" (milímetros de mercurio). Esta medida representa la altura que alcanza la columna de mercurio debido a la presión sanguínea.
La presión sanguínea alta implica una presión más alta de lo normal dentro de las arterias durante la sístole (cuando el corazón se contrae y bombea sangre hacia el cuerpo) o durante la diástole (cuando el corazón está en reposo y llenándose de sangre).
La presión sanguínea alta también se denomina hipertensión.
La presión sanguínea puede verse afectada por muchos factores. Entre ellos, se incluyen los siguientes:
Los adolescentes pueden sentirse ansiosos en el consultorio de un médico, ya que no saben lo que sucederá y temen una posible experiencia dolorosa. Muchas de las emociones relacionadas con la visita a una clínica pueden afectar la presión sanguínea y proporcionar lecturas altas erróneas.
Cuando su hijo esté tranquilo, el médico o la enfermera le medirá varias veces la presión antes de determinar si tiene presión sanguínea alta. El personal puede esperar que pasen unos minutos antes de volver a medir la presión sanguínea para asegurarse de que su hijo haya descansado y se haya calmado. De esta forma, pueden obtenerse lecturas de presión sanguínea reales.
La presión sanguínea varía según la edad, la estatura, el peso y el sexo de su hijo adolescente. Por ejemplo, un bebé puede tener una presión sanguínea bastante normal de 80/45, mientras que dicho valor en un adulto se considera bajo. Un adolescente puede tener una presión sanguínea aceptable de 110/70, pero este valor sería preocupante en un niño que empieza a caminar. Generalmente, la presión sanguínea es baja en los primeros meses de vida y aumenta lentamente a medida que el niño crece. Es levemente más alta en los niños que en las niñas. También, las personas de mayor estatura generalmente tienen una presión sanguínea más alta que las personas de menor estatura.
El National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI) ha preparado una serie de años de edad y de género específicas de medición de presión arterial mesas para niños de 3 a 17 años, basado en los percentiles. Se proporciona un rango de valores de presión sanguínea basados en la edad y la estatura de su hijo. Según las tablas, si los valores de su hijo superan los del 90 a 95 por ciento de otros varones o mujeres de su edad y estatura, entonces podría tener presión sanguínea alta.
Se debe recordar, una vez más, que muchos factores, incluyendo las emociones, pueden afectar la presión sanguínea. En el caso de que las lecturas resulten ser altas en comparación con los valores de la tabla, es posible que el médico de su hijo necesite evaluarlas con más detalle.
La presión sanguínea alta o hipertensión se traduce en un aumento directamente proporcional de riesgos de cardiopatía coronaria (ataque al corazón) y de un derrame cerebral. Cuando la presión es alta, las arterias pueden oponer una mayor resistencia al flujo sanguíneo y el corazón deberá hacer un esfuerzo mayor para lograr que la sangre circule.
Los ataques al corazón y los derrames cerebrales relacionados con la presión sanguínea alta no son habituales en niños y adolescentes. Sin embargo, los estudios realizados en adultos jóvenes con presión sanguínea alta demostraron que muchos de ellos tenían presión sanguínea alta cuando eran niños. Estos estudios muestran que los niños y los adolescentes con presión sanguínea alta exhibirán efectos negativos en su corazón y vasos sanguíneos cuando lleguen a los 20 años, aunque sólo padezcan una hipertensión leve.
La presión sanguínea se clasifica como "primaria", o sin una causa determinada y "secundaria", o relacionada con una enfermedad o una conducta.
Entre los factores que parecen contribuir a la hipertensión primaria en los adultos y posiblemente en los niños y los adolescentes se incluyen los siguientes:
Entre las causas secundarias de hipertensión en niños y adolescentes se incluyen las siguientes:
Es posible que el médico de su hijo adolescente observe una lectura de presión sanguínea elevada durante una visita de rutina al consultorio. La medición de la presión sanguínea en situaciones de calma y descanso en diferentes ocasiones (con diferencia de días, semanas o meses) proporcionará la información necesaria que permitirá dilucidar si la elevación de la presión sanguínea es continua o bien se debe al miedo o al estrés.
El médico de su hijo adolescente obtendrá los antecedentes médicos, incluyendo la información sobre los hábitos alimentarios, el nivel de ejercicio, las actividades hogareñas y escolares y los posibles factores de estrés. También podría realizar un examen físico.
Los exámenes de diagnóstico pueden ayudar a determinar si la presión sanguínea alta de su hijo está relacionada con una enfermedad o si es una hipertensión "esencial" o primaria, es decir, sin una causa conocida. Entre los análisis se pueden incluir:
Quizás sea necesario evaluar el estado de otros órganos como por ejemplo, el corazón o los riñones, ya que pueden contribuir a la hipertensión.
El tratamiento específico para la presión sanguínea alta será determinado por el médico de su hijo adolescente basándose en lo siguiente:
Si se detecta una causa secundaria (por ejemplo, una enfermedad renal), se tratará la enfermedad. Si no se determina ninguna causa, el primer enfoque del tratamiento frecuentemente implica la introducción de cambios en el estilo de vida, entre ellos, los siguientes:
Estos cambios pueden reducir la presión sanguínea sistólica y diastólica, fortalecer el corazón y disminuir el colesterol en la sangre. Todos estos pasos son importantes para evitar cardiopatías en la adultez.
Los medicamentos para controlar la presión sanguínea alta sólo se necesitan en alrededor de un 1 por ciento de los niños y los adolescentes que padecen el trastorno.
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